4 de mayo de 2008

Cristián Cuevas, un ejemplo de luchador..!!























Ser un líder sindical resulta probablemente una tarea titánica, que requiere dedicación y compromiso. Si se parte de la base que debe tenerse una historia de conocimiento del segmento de la sociedad que se defiende o que ejerce manifestación para asegurar la defensa de los derechos, como por ejemplo de los trabajadores de los principales segmentos económicos del país, se debe ser sumamente valiente y centrado.

Al palpar la realidad de las demandas de los trabajadores de las mineras, o de los slmoneros o de las forestales, que probablemente sean los principales motores de una buena parte de la economía nacional, se aprecia el abuso que se hace del trabajador que está en contacto con el recurso natural que se está explotando. Pero por todos es sabido la condición de abuso del trabajador final que recibe sueldos bajísimos con todo el riesgo y esfuerzo que representa extraer, explotar o cosechar los recursos naturales como en los ejemplos mencionados. Pues bien, al seguir estas demandas resaltan luchadores defensores de los trabajadores de estos segmentos de la economía y en ellos Cristián Cuevas es probablemente uno de los principales protagonitas de estos últimos años en los representantes de los trabajadores.

Sin embargo, el noble ejemplo de lucha de Cristián Cuevas da un giro de tremenda amplificación luego que revelara su homosexualidad. Y es que Cristián con su labor de defensa de los trabajadores, en un ambiente altamente machista y ya convertido en una figura pública, interlocutor de cientos y miles de trabajadores sin voz, da la cara esta vez con la frente en alto reconoce una faceta íntima de su vida y una vez más da el ejemplo de lucha noble. Si bien es cierto, revela este tema en una entrevista a la Revista Paula, la cual adjunto a continuación, en nada afecta su fuerza, por el contrario, representa una forma de liberación de cadenas y transparenta aún más su persona y su valor.

Difícil debe ser para tí, Cristián, el sobrellevar tu vida en medio de la adversidad laboral, y en medio de la adveridad personal. Desearía que encontraras a la persona que te mereces y seas feliz y sigas tu lucha ejemplar en diversos ámbitos. Eres sin duda un luchador y un nuevo ícono de la garra del chileno y sin duda un ícono para muchos de nosotros que aún por razones laborales no podemos decir de frente que nuestro amor es del mismo género. Tal vez tu ejemplo nos dé fuerzas para un día salir a reconocernos como ciudadanos dignos e iguales. Tu hombría y templanza conmueven tanto a quienes queremos un Chile más digno, más justo y solidario, tambiéen conmueve a quienes compartimos la adversidad de sentirnos ocultos o incomprendidos por el hecho de sentir diferente a la mayoría.

Un abrazo a la distancia, Cristián!













El pasionario

En su cargo de Presidente de los subcontratistas de Codelco, en un año este joven dirigente convirtió los derechos laborales en asunto político de primera importancia. Los empresarios le temen. Los trabajadores le piden auxilio. Cuevas es, ante todo, un ser humano sorprendente. Aquí habla de los hitos que han marcado su vida y enfrenta -con recelo, pero sin titubeos- el tabú de su identidad sexual.

Por Alejandra Matus, Revista Paula

El mes pasado Cristián Cuevas (39) viajó por primera vez fuera de Chile. Fue a Cuba, donde el presidente del Partido Comunista de Chile, Jorge Teillier, le presentó a las autoridades del gobierno, justo antes de que Fidel Castro escribiera la carta de renuncia. El día que regresó a Santiago Cristián fue solo al Cine Arte Alameda a ver el documental chileno La ciudad de los fotógrafos. Había cuatro personas viéndolo. Las imágenes de las protestas contra la dictadura de Pinochet en los años 80 le provocaron impotencia y rabia. A la salida, caminando por la Alameda, sintió una enorme desolación. Pensaba en el mundo que soñó posible en su adolescencia y que aún no llega. Llamó a dos de sus mejores amigas buscando contención para esas desbordantes emociones, cuya fuerza lo ha convertido en uno de los dirigentes sindicales más efectivos en el Chile actual.
En 2007, Cuevas, en su papel de presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, condujo una huelga no autorizada de unos 20.000 trabajadores subcontratistas de la minera estatal Codelco. El movimiento motivó la intervención de la Iglesia Católica y el llamado del obispo Alejandro Goic a fijar un salario ético. Así, los derechos laborales se convirtieron en tema de primera importancia política.
Para Cristián, militante del PC, ese triunfo fue sólo un escalón en su meta de que los trabajadores sean los protagonistas de las decisiones públicas. “Para eso estoy trabajando. En el centenario del natalicio de Allende, mi aspiración máxima es que los trabajadores vuelvan al poder”, afirma.
En los últimos meses ha recorrido el país apoyando las demandas de los trabajadores forestales, agrícolas y mineros. Ha estado con los mapuches y las temporeras. Después de ver La ciudad de los fotógrafos, viajó 12 horas en bus a Puerto Montt para reunirse, por un día, con trabajadoras de la salmonera Aguas Claras, quienes le relataron entre lágrimas que habían sido vejadas en una detención policial.
“Eso es lo que los empresarios ven como instigación”, asegura. Él no instiga, dice. Les transmite a los demás sus convicciones e intenta ser coherente con su biografía. En una historia que poco calza con el estereotipo de luchador social, Cristián no hace concesiones a la hora de enfrentar la verdad. Ni siquiera cuando se trata de sí mismo, y aquí habla sobre su identidad sexual. “Lo hago por primera y última vez, porque estoy cansado de la amenaza constante de parte de quienes quieren hacerme daño. La verdad libera”, afirma.

DE LA MANO DE BENICIA
Cristián es hijo de Eleodoro Cuevas y Benicia Zambrano, y nació en la pobre Coronel, en los tiempos en que casi todo el mundo vivía de las minas del carbón.
Benicia era viuda y ya tenía cinco hijos cuando se casó con Eleodoro. Con él tuvo otros seis, de los cuales Cristián es de los menores. De aquella infancia, el sindicalista recuerda a sus padres bailando tango en la casa, junto a una radio portátil, mientras él y sus hermanos se les pegaban en las piernas. También tiene grabados la falda negra y el chaleco rojo que Benicia lucía el día que lo llevó a conocer a la alcaldesa comunista de Coronel. “Mi mamá era una mujer socialista, muy activa. También era evangélica. Murió de cáncer a los 39 años. Yo tenía cuatro. Yo iba al Centro de Madres pensando que allí la iba a encontrar. Hasta ahora la busco”, cuenta con una sonrisa triste y reconoce que aún hoy le produce desgarro separarse de las personas que ama.
Cristián recuerda que, tras la muerte de su madre, Eleodoro se entregó a su papel de proveedor para los 11 chiquillos y no volvió a casarse. Los hermanos mayores –Manuel, Víctor Hugo y Humberto– se hicieron cargo de los chicos, cocinando, cuidando los escasos recursos y administrando por igual afecto y disciplina.
“Cuando yo era niño me sentía muy vulnerable y andaba buscando afecto. Lo encontré en una de mis profesoras, Alba Jiménez. Ella nos preguntaba en clases: ‘¿Quién era el Presidente de Chile antes de este régimen?’. ‘¡Allende!’, gritábamos. Ella me puso bajo su alero y me instó a meterme en clases de teatro. Ahí me di cuenta de que tenía una fortaleza que me permitía superar la timidez”, relata.
Cristián soñaba con ser artista, pero esa no era una vocación que en Coronel se considerara apta para un varón, así que desarrolló otras aptitudes. “En cuarto básico me eligieron presidente de curso, ¡y me gustó!”, narra. Cuando cumplió 14 años fue reclutado por uno de sus hermanos mayores para militar en una de las facciones más radicales del Partido Socialista. Al poco tiempo, ya se elevaba como dirigente estudiantil de la zona del carbón. En 1988 participó en una huelga de hambre que lo dejó en los huesos. “Yo siempre fui disciplinado. Asumí desde el primer día la responsabilidad y el compromiso con la causa política. Nunca me relajaba. Además, no era de muchos amigos ni de mucha calle. Me sentía distinto al resto”, relata.
Poco después de sair del liceo, a principios de los 90, aún con la ambición de cambiar el mundo, Cristián trabajó en ONG sureñas de defensa de los derechos humanos, de protección a niños y a víctimas de violencia intrafamiliar. “Seguí en la lucha contra el andamiaje de la dictadura, pues, en mi opinión, todo seguía más o menos igual con esta democracia”, dice.

LA LIBERACIÓN DE CRISTIÁN
En 1996, Cristián se hastió. Tenía 26 años y sentía que muchos de quienes se opusieron a la dictadura se habían rendido o se habían acomodado en puestos de gobierno. La agrupación socialista en la que militaba se había desperdigado.
Cuevas pensaba que los mineros de Lota aceptaron, sin dar mucha pelea, que se cerrara la mina y él no tenía fuerzas para impedirlo. “Yo, que vivía en Cerro Corcovado, una población con muchas necesidades, ese año me dije: ‘Si quieren estar metidos en el barro toda su vida y no quieren luchar, es su problema. No es el mío’. Hace como un mes estuve en Lota y los mismos dirigentes que se entregaron a un acuerdo que no dio protección a nadie y que provocó la actual cesantía seguían lamentando el cierre de la mina. Yo les dije: ‘¡Hasta cuándo lloran. Por qué no luchan!’”.
En esa misma época, Cuevas vivía un cisma personal. Llevaba tres años pololeando con Fely Caro, pero sabía que se estaba mintiendo. “Podría haberme casado y tenido hijos, pero ella no se lo merecía, y yo tampoco. Me alejé y, después de un tiempo, le expliqué por qué. Hoy somos grandes amigos, aún la quiero mucho”.
Una película cubana que se exhibió en ese tiempo, Fresa y Chocolate, marcó sus decisiones. “Descubrí que ser revolucionario y tener una orientación sexual distinta a la mayoría no era contradictorio”, dice.
Poco después acudió a un panel sobre Diversidad y Tolerancia, en Concepción. Tras escuchar varios discursos sobre la discriminación a las minorías sexuales, Cristián, sin pensarlo demasiado, caminó con paso firme hacia el pódium y habló ante el micrófono: “Soy Cristián Cuevas, socialista, y nunca me he sentido discriminado por mi orientación sexual”. Ante una atónita audiencia, planteó una postura que ha sido permanente en su vida: los derechos no hay que pedirlos, hay que tomárselos. El público lo ovacionó. Cuando salió del recinto le temblaban las piernas. “Muchos de mis amigos dejaron de hablarme. Pero los que no me dieron la espalda son hasta hoy mis amigos”, comenta. “Antes de ese momento yo vivía oculto, con miedo. A partir de entonces me sentí más libre y feliz”.
El próximo paso de Cristián fue contarles a sus hermanos su verdad. Después se fue a vivir a Los Andes, con su hermano Víctor Hugo.

NACE UN LÍDER
Cuando llegó a Los Andes, Cristián tenía el firme propósito de dedicarse sólo a trabajar y a sus asuntos, sin involucrarse en batallas sociales. Su hermano le consiguió trabajo en la empresa contratista Sodexho, que daba servicios de alimentación a Codelco en la zona. Partió lavando platos.
“Fue muy golpeador. En Coronel veía problemas, pero no discriminación. En Los Andes, en cambio, había grandes diferencias entre los trabajadores de planta y los contratistas. Cualquier obrero que trabajaba para Codelco te trataba en forma déspota, como si fuera el patrón. Te miraban en menos”, relata.
Un día, Cristián escribió en el baño la consigna “Abuso laboral” y al día siguiente el baño amaneció plagado de rayados de sus compañeros, imitándolo. En 1997 participó en la formación del primer sindicato de esa empresa. Cristián no quiso postular como candidato a dirigirlo. “Me daba miedo el mundo sindical, lo sentía desconocido y machista”, admite. Sin embargo, sucumbió a la presión de sus compañeros y fue elegido dirigente, iniciando un camino del que ya no se apartaría más.
En 1998, tras la detención de Pinochet en Londres, Cristián se cruzó casualmente, en una marcha por los derechos humanos, con Gladys Marín, la ex líder del PC, quien la encabezaba. “Los pacos tenían a la gente acorralada frente a La Moneda. Yo vi cuando la Gladys levantó el brazo de uno de los pacos y, a la fuerza, rompió el cerco y se tomó la calle. Ahí pensé: ‘¿Y ninguno de los hombres que anda con ella se atreve a hacer eso?’ Me puse a su lado y, aun sin conocerla, me dije: ‘Así quiero ser. No quiero doblegarme ante el temor’”. Cristián decidió entrar al PC y simplemente se presentó a la sede de la colectividad en Los Andes.

¿No fue el PC el que te ordenó que entraras a Sodexho para organizar a los contratistas?
No. Son mitos. Para mí, militar en el partido de Recabarren es un honor y una responsabilidad enorme. Nunca me he sentido instrumentalizado. El PC no me ha dado órdenes. Yo he asumido la militancia con total entrega y he influido en las decisiones del partido, por ejemplo, en el tema laboral. Yo creo que hay que abrir el PC a la diversidad. Gladys intentó hacerlo en sus últimos años. Hablaba de crear el movimiento de los movimientos. Aperró con eso y por eso su funeral fue grandioso. El pueblo la veía como a una líder. Yo promuevo la participación de las mujeres en la lucha sindical. Les digo a las compañeras que se rebelen, que no esperen a que los hombres les digan qué hacer. Soy un admirador de las mujeres progresistas, de Simone de Beauvoir, Frida Kahlo, Gabriela Mistral, Violeta Parra, las dirigentes de los familiares de detenidos desaparecidos. Ellas marcan la historia, sin desmerecer lo que han hecho también grandes hombres.



VOCACIÓN Y SOLEDAD
Cristián Cuevas pasa poco tiempo en su casa en Los Andes, donde vive solo. Hace diez años que no toma vacaciones y ahora vive de bus en bus, de avión en avión, de discurso en discurso. No duerme más de cuatro horas y lo primero que hace en la mañana es leer la prensa, desde El Mercurio a las noticias de farándula. “Para estar en contacto con la gente, tengo que estar informado de todo”, explica.
Cristián vibra con la danza y la ópera. También disfruta ir a un bar con sus amigas a hablar de la vida y del amor, y le encanta la música de Compay Segundo, Ana Belén y Chavela Vargas. Sin embargo, casi no tiene tiempo ni plata para brindarse esos placeres. La mayor de sus alegrías personales es que está a punto de retomar sus estudios de Trabajo Social en la Universidad Arcis, gracias a una beca.
Cristián asegura que su vida ya no le pertenece sólo a él. “Aunque quiero mucho a mi familia, llevo más de un año tratando de ir a ver a mi padre, que tiene 81 años. Puede sonar arrogante, pero siento que pertenezco al pueblo. Me nutro del cariño de los trabajadores y trabajadoras. Sin ellos, sin mis compañeros de la Confederación, no soy nada”.
El sindicalista más temido por los empresarios es un hombre sensible, que se emociona con facilidad, pero no por eso se siente débil. “Me mantengo alerta y fuerte, porque estoy bajo amenaza permanente. Hay gente que me quiere hacer daño con mi vida personal. Pero cuando no tienes nada oculto, puedes mirar a la gente a los ojos. Lo único que hace libre al ser humano es la verdad. El que vive con miedo, con temor, oculto, engañando, no es libre”.

¿Cómo llevas tu vida personal en el presente?
No es fácil encontrar pareja. Estoy muy expuesto.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste una?
En diciembre de 2006. Todavía, cuando me acuerdo de esa ruptura, siento dolor, ausencia. Yo he sufrido mucho por amor, cuando me enamoro me entrego con todo.
¿Tienes miedo de que se use tu identidad sexual para debilitar tu liderazgo?
Yo me siento parte de un sector minoritario de este país. Que me critiquen por mi sexualidad, no me da miedo, porque la asumo y no tengo por qué ocultarla. Los trabajadores han sido respetuosos frente a este tema, porque mi capacidad de liderazgo no se mide por mi orientación sexual. Los que me han querido hacer daño con eso perdieron la batalla.
La podrían haber ganado si te hubieras ocultado.
Absolutamente. Pero como ya no es un tema en el mundo de los trabajadores, quizás eso le duela al enemigo. Lo que sí veo es un doble estándar, porque a los empresarios nadie les pregunta por sus dobles conductas ni por sus dobles vidas. Yo no debato sobre mi sexualidad en la arena pública. Esta es la primera y última vez que me referiré al tema, pero tampoco tengo nada que ocultar.
Eso te hace parte de otras luchas.
Sí, porque genera una lucha de géneros, de alianzas. El mundo sindical es un mundo más o menos cerrado, que a veces sostiene la discriminación. El mundo político también, porque lo que se dice muchas veces no coincide con la práctica. Ahí tenemos que construir un proyecto de liberalización, que significa el respeto a las distintas identidades culturales, políticas, religiosas, sexuales. Yo veo en la CUT una apertura que no se veía 20 años atrás. Pero es un proceso. A la propia izquierda le ha costado ser coherente en esta materia. De todos modos, no estoy de acuerdo con asumir el papel de víctima discriminada que anda sufriendo por la vida. Yo creo que hay que luchar. Y tener una posición política amplia, que unifique los temas. Si yo, como dirigente sindical, me he elevado a donde estoy, cargando con todas mis mochilas, es porque me he ganado el afecto y la legitimidad de los trabajadores. Y voy a seguir donde estoy hasta que ellos lo quieran. Ni un día más”.

3 de diciembre de 2007

Conversando en la "Mesa del Té Club"

Tal vez pocos comerciales han quedado en el inconsciente colectivo tanto como el de "mi mamá me da manjar colún" o el del concepto de "mesa del Té Club", que seguramente debiera incluirse en el diccionario de la real academia española...

Pues bien, todos los días laborales al almuerzo me toca sentarme a la mesa con varios, muchos, decenas de colegas en una de esas clásicas "mesas te club". y es típico el tema de conversación según el día de la semana... el lunes la conversación es normalmente del fútbol del fin de semana, que el Colo, que la Chile, que la Cato... típico. y bueno, a mí me gusta el futbol pero no fanático ni de usar camisetas ni nada... Los martes y miércoles los temas son los más variados, pero siempre incluyen conversaciones que giran en torno a los hijos, la señora, etc. y es ahí, en el seno de la mesa te club donde uno se siente más mal que la cresta cuando tratan temas sobre las parejas, los esposos y esposas de cada uno de los integrantes de la siempre extensa mesa de almuerzo laboral en el casino de la empresa... y uno debe terminar asintiendo todas y cada unas de las aseveraciones frente a cómo



20 de noviembre de 2007

...¿y cuándo le tocará a Usté?



El mes pasado debí asistir al matrimonio de un primo, el cual estaba atiborrado de familiares, muchos de los cuales no veía hacía años... entre ellos las típicas tías que viven al pendiente de lo que hace o no la gente. Cuando estabamos en la mitad de la ceremonia, en la iglesia, la tía Eulalia se me acerca al oído y me susurra "Oiga Mijito, y cuándo le tocará a Usté...??". En ese momento se atragantó la visión del cura al fondo de la iglesia y lo único que deseé era que en el próximo funeral en el cual me la topase, acercarme sigiloso y hacerle la misma pregunta al oído "¿Oiga tía Eulalia y cuando le tocará a Usté...??

Moraleja de la historia... ¿Cual es el afán de ver a todo ser humano casado por las 500 leyes del cielo y la tierra a la más pronta brevedad? ¿es que acaso suponen que todos debemos tener el mismo destino? Ojalá mi tía Eulalia con sus 70 años pudiera comprender que el amor que vivimos con mi pareja es tan legítimo como el amor de los que en ese momento estaban poniendose los anillos frente al altar....

Alepingo

19 de noviembre de 2007

Carabineros discriminados (2)

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Continúa el peregrinar de nuestros amigos Victor y Armando..., quienes por enfrentar las dudas con la verdad, les dieron con un portazo en la cara en la sacrosanta institución de nuestros Carabineros...

Que divertido esa forma de reacción, como si tras eso se sintieran felices de "volver a no tener gays en sus filas"... ja ja ja que risa me invade. Una risa por cierto irónica, cuando hay decenas y decenas de gays en los Carabineros. Siempre lo ha habido y siempre lo habrá. No es necesario hacerlo público. Para qué, menos ahora que el ejemplo de Victor y Armando demuestran el actual de la institución, en abierta contradicción a lo expresado por su Alto Mando.. Me ponbgo en el lugar de un carabinero temeroso que lo descubran siendo gay. Pienso que deberé renunciar a mi secreto afán, si me llegase a enamorar, o peor aún, si me llegase a enamorar y ser correspondido, deberé ocultarlo, y no sólo con excusas, sino que deberé ocultarlo casándome, teniendo hijos, tal vez haciendolos infelices, que más da, así no me descubrirán, y tal vez hasta "se me pase" o "se me olvide"... de nuevo río irónicamente... ja ja ja... cuando en el fondo de mi alma sabré que volveré -lo quiera o no, lo quiera mi Institución o no- a buscar a ese par cómplice del cual me enganché y que hasta terminen chantajeandome por que soy carabinero... en fin....

La verdad es que preferiría optar por ser feliz y "me saco la gorra" ante Vítor y Armando. Bueno, pero aqui me transfiguro y dejo de ponerme en el lugar de ese carabinero que deberá reprimirse y ser infeliz y hacer infeliz a su señora, todo por las apariencias y por guardar las reglas de la institución "de machitos"...

...en fin,

Alepingo

El Derecho a la Intimidad

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Encuentro muy buena esta columna de Simonetti, tras la cual me he sentido sumamente identificado sobre todo en la primera parte. Esa que expresa que ante los compañeros de trabajo uno termina actuando como autómata. Comentando cosas por comentar, repitiendo historias algo coherentes con las versiones anteriores para no ser descubiertos, pero en el fondo no asistiendo a las fechas importantes de la pega, esas de paseos familiares, o de talleres con la señora incluida. "Mi polola siempre tiene algo que hacer esas fechas", y termino dando excusas absurdas, que finalmente ni yo me creo. Mis únicos colegas que saben la verdad y mas encima conocen mi pareja me dicen "pero anda igual", en un afán integrador, "si no vas, ahí van a comenzar las sospechas", y recae el autómata, omitiendo sentimientos, haciendose el leso, todo por el fastidioso temor de ser descubierto.

Y el autómata debe o inventar excusas absurdas, o de hacer parecer un ser sin sentimientos, cuando en verdad las ganas de gritar que soy feliz junto a mi pareja, que llevamos un buen rato juntos y que queremos construir nuestras vidas juntos...

Una colega hace ya más de un año atrás me encaró por la "falta de sentimientos" que le ponía a la forma en como me relaciono con el resto de los colegas que somos "más amigos"... " sobre todo esa vez que te conté que me casaría con el Manolo, y tu junto con felicitarme te quedaste como que me ibas a decir algo y no dijiste nada"... dentro de mí sentí pena por no poder decirle la verdad, por decirle, Francisca, la verdad es que estoy super bien, soy feliz tanto como tú lo estás siendo ahora que te vas a casar con el Manolo.... en fin....

Soy un autómata más de los que Simonetti se refiere en la primera parte de su columna... paso por un ser que no le importa el resto de sus colegas, con tal de que no me preguntes cuándo me voy a casar.... o que te presente a mi polola, esa que nunca puede asistir a las reuniones de la pega o a los paseos de fin de año con la gente de la Firma...

Alepingo

Carabineros discriminados (1)

Víctor Rivas y Armando Salgado: "Siempre fuimos muy discretos en nuestra relación"

Hace un mes el mundo supo de ellos. Son los ex carabineros que acusan haber sufrido discriminación por parte de la institución a la que pertenecían debido a su condición sexual. Luego de revelarse que eran pareja, aseguran haber sido presionados a firmar su retiro voluntario. Hoy claman justicia y dicen que cuando todo lo malo haya pasado viajarán a España para casarse.




Hace un año, Víctor Rivas (24) y Armando Salgado (20) egresaban de la Escuela de Formación de Carabineros de Chile. A la fiesta de graduación fueron del brazo de sus madres, porque no tenían pololas. Esa opción sacó aplausos entre sus pares y superiores, quienes alabaron su devoción filial. Seis meses después el escenario era absolutamente distinto.
Luego de que un compañero revelara la relación afectiva que mantenían en secreto, el mundo se les vino literalmente encima. El 28 de mayo de este año, la institución les pidió a ambos su retiro voluntario. Ellos firmaron, pero alegan haber sido discriminados y presionados para hacerlo. En ese momento tuvieron que entregar sus tarjetas de identificación (Tipcar), sus uniformes y dejar inmediatamente las comisarías donde vivían. De allí en adelante, dicen, comenzó el calvario. De un día para otro se quedaron sin trabajo, sin lugar donde vivir, sin recursos e incluso sin afectos. Por eso hoy exigen justicia. Piden la reincorporación en grado dos. A pesar de que las reglas de Carabineros establecen que quienes se retiran voluntariamente y tienen buenas calificaciones, como es el caso de Víctor y Armando, cuentan con tres años para reconsiderar su decisión. Ellos optaron por esta otra vía, porque sospechan que no serían bienvenidos. Este tipo de reincorporación en grado dos, explican, se traduce en una pensión anticipada, que a ellos les permitiría vivir y rearmar sus vidas. Porque, según afirman: "nunca manchamos el uniforme ni a la institución por nuestra condición sexual".

Hasta ahora lo único ganado en la lucha por reivindicar sus nombres es una beca que les dio el Ministerio de Educación, y que gestionó la Subsecretaria de Carabineros, Javiera Blanco, para estudiar el próximo año en un instituto de formación técnica. Víctor seguirá trabajo social. Armando optó por ingeniería en mantención industrial.

Con sus familias comentan que recién están empezando a reconstruir lazos. Especialmente Víctor quien sólo ha recibido un par de llamados de su madre desde que esto se hizo público y que con emoción reconoce todo lo que le duele no estar cerca de ella.

De los dos ex carabineros, Víctor Rivas es el más locuaz. Es él quien cuenta que ambos son de provincia. Que Armando es de Cauquenes y él es de Penco. Fue precisamente Víctor quien, en mayo pasado, fue llamado por la máxima autoridad de la comisaría donde trabajaba. Un carabinero había delatado la relación que mantenía con Armando y su superior le pidió explicaciones.

"Lo que sucedió es que a él lo acusó otro carabinero de hacerle insinuaciones, porque también es homosexual y al verse descubierto nos denunció al suboficial y éste le informó al mayor de la comisaría", explica.

Rivas afirma que el argumento que utilizó su superior para pedirle el retiro voluntario fue que tenía pruebas de su relación con Armando. "Yo no sé si eso era verdad, pero en la mesa había tres carpetas, la de Armando, la mía y la del otro carabinero, lo que me hizo suponer que era cierto. Él me decía que lo pensara, que me fuera por la puerta grande, que si no firmaba le iban a contar a nuestras familias sobre nuestra homosexualidad. Y yo, como carabinero nuevo, me asusté".

Y agrega: "Me dijeron que ésta (Carabineros de Chile) era una institución de machitos y no para `maricones`. Después de eso fui a ver a Armando y le conté lo que estaba ocurriendo para que estuviera preparado. Él me dijo que me quedara tranquilo. Pero ahí llegaron unos capitanes con los mismos documentos a buscar a Armando".

-¿Qué sintieron en ese momento?
Víctor: Rabia.
Armando: Pena, porque fue un año de sacrificio perdido. Nosotros queríamos llegar a ser suboficiales mayores.
V: Muchos dicen que fue un año solamente, pero en el que me acostaba a las 12 de la noche y me levantaba a las cinco de la mañana. Esto era un sueño. Nos proyectábamos a 30 años más en la institución de Carabineros de Chile.

Pero ninguno de los dos había reparado en lo que sucedería cuando se descubriera su secreto o cuando su eterna soltería despertara suspicacias. Todo se precipitó antes de que pudieran siquiera trazar un plan.

Recuerdan que cuando abandonaron las comisarías respectivas donde vivían, una amiga los fue a buscar y los llevó a su casa. Tenían que empezar de cero. Nunca habían convivido realmente. Su siguiente paso fue contactarse con el abogado Nelson Caucoto, quien los ayudó en la elaboración de una carta al General Director de Carabineros, José Bernales, solicitando su reincorporación a la institución. Sin embargo, en la actualidad quien los asesora en lo referido a eventules recursos ante la justicia civil -por presuntos daños morales- es el abogado Alfredo Morgado, a quien contactaron a través del Movihl.

Los seis meses transcurridos desde la expulsión han sido difíciles, la depresión les ronda y Armando es el único que está trabajando. De hecho, dice que los 150 mil pesos que gana como guardia de seguridad les alcanzan apenas para arrendar una casa a medias con otra persona en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, comer y movilizarse. El mismo que se apura en afirmar que, a pesar de las dificultades, tienen una relación consolidada. Y para que le creamos muestra una argolla que lleva en su mano derecha. Armando reconoce que la idea de comprometerse el Año Nuevo pasado fue de él. Bueno, y también de pedir pololeo en su momento.




Primero amigos...

Armando Salgado (izq.) y Víctor Rivas (der.) aseguran que nunca mancharon el uniforme ni la institución de Carabineros de Chile por su condición sexual.

Víctor y Armando se conocieron en la Escuela de Formación de Carabineros el año 2005. Hoy recuerdan que estuvieron un semestre entero sin hablar. Es que, según ellos, la enorme cantidad de alumnos que había en el establecimiento hacía imposible hacerse amigo de todos.

Armando cuenta que, además de los ramos obligatorios, debían elegir una actividad extraprogramática. Ellos optaron por folclore. Ahí se hicieron amigos.

"Mientras nos preparábamos para exponer lo que habíamos aprendido en ese taller, por casualidad empezamos a conversar. Así acordamos que podíamos salir a carretear cuando estuviéramos de franco con otros amigos de la escuela. Todo esto sin saber la condición sexual del otro. Simplemente nos caímos bien", dice Armando.

Víctor recuerda que la relación empezó de a poco. Y agrega que en ese momento ambos pololeaban con compañeras de la promoción, a "escondidas" por cierto, porque los estudiantes no pueden mantener relaciones de pareja apenas ingresan. "A ellas las veíamos sólo en los recreos", dice Víctor.

-¿Por qué pololeaban con estas compañeras?
A: Quizás por presión social... pero también porque hasta que nos conocimos no teníamos nuestra sexualidad definida.

De hecho, fue durante ese periodo en que cada uno tenía su pareja que terminaron enamorándose. Cuentan que el primer paso hacia una relación de pareja fueron los mensajes de texto por celular, los que, según dicen, se volvieron cada vez más sugerentes. "Cada uno estaba temeroso de este juego ya que siempre existía la posibilidad, de que el otro fuera heterosexual. Pero luego de una salida a un pub hablamos de lo que sentíamos y así empezó todo", explica Víctor.

Hoy Víctor cree que las cosas han andado bien entre ellos porque existe respeto, fidelidad y confianza. "Independiente de nuestra condición homosexual... el amor es el mismo. Y las discusiones son las mismas que puede tener cualquier pareja. En nuestro caso, las diferencias que a veces tenemos son por celos", agrega.

-¿Recuerdan qué les gustó del otro?
V: De primera, nada. Cuando empecé a conocerlo como persona me empezó a gustar. Me di cuenta de que era alguien en quien se podía confiar. Me hablaba con la verdad; bueno, y las cartas que me enviaba me terminaron por conquistar. De hecho, en cada recreo me entregaba un papel con algo escrito. Pero no fue amor a primera vista.
A: A mí me gustó que fuera cariñoso. Tanto, que a veces aburre (sonríe).



-¿Cómo disimulaban entre sus pares para que no se dieran cuenta de su condición sexual?
A: Era complicado, pero creo que a nosotros no se nos nota que somos gay. Como éramos carabineros, siempre hemos sido bien hombrecitos para nuestras cosas... como debe ser.
V: En la escuela todos teníamos un mejor amigo. Eso hacía que fuera muy normal que nos vieran conversando juntos.

-¿Cuesta asumirse?
A: Ahora no.
V: Pero antes decir "soy gay" era una frase que costaba pronunciar.

Según Armando, ellos se conocieron a mediados de agosto de 2005 y él le pidió pololeo a Víctor el 19 de septiembre de 2006. Cuando egresaron de la Escuela de Formación llevaban sólo dos meses juntos. "El temor que teníamos era que nos destinaran a otras ciudades. Por suerte ambos nos quedamos en Santiago", dice Víctor.

Armando era carabinero de fuerzas especiales y Víctor de orden y seguridad.

Rivas recuerda que desde que egresaron y empezaron a trabajar en las calles se veían muy poco. Por eso, cada vez que coincidían en sus días de franco se juntaban y salían fuera de Santiago. "Siempre fuimos muy discretos en nuestra relación. Nos juntábamos en el terminal de buses y nos íbamos a la playa. Después tuvimos auto, así es que todo era mucho más reservado", agrega.

-¿Al interior de la institución sus más cercanos sospechaban que eran pareja?
V: No. Pero a mi mejor amigo en la institución, que era heterosexual, le conté la relación con Armando desde el primer día en que la comenzamos. Él siempre fue un gran apoyo. A veces con Armando peleábamos y él se preocupaba de que nos arregláramos. Él era la única persona que tenía allá para contarle mis cosas. Por eso lo valoro mucho. Y, de hecho, ahora sufre mucho en la comisaría porque lo molestan. Le hacen bromas, le preguntan por qué se juntaba tanto conmigo. Me acuerdo que apenas pasó esto me llamó y me dijo: "No importa lo que me digan. Tú preocúpate de salir adelante". Y hasta hoy nunca hemos perdido el contacto.

Tiempos de reparación...

“Cuando mi papá se enteró, me llamó y me dijo que no estaba enojado porque fuera gay sino porque no le hubiera dicho antes de que se hiciera público. Con el tiempo, él y mi abuelo han ido recapacitando“, cuenta Armando Salgado.

Hoy, Víctor Rivas y Armando Salgado se encuentran rearmando sus vidas. Para ambos la familia es un tema que les complica. Rivas cuenta que recién a los dos meses que le dieron de baja llamó a su madre para contarle que ya no era carabinero, pero no le dio razones y reconoce que le dijo demasiadas mentiras respecto a su verdadera situación.
"A mi mamá le decía que estaba aburrido, que quería poner un negocio con un amigo en el sur, que la institución no era lo que había soñado. Todo lo contrario a lo que yo sentía. Desde chico lo único que quería era ser carabinero y una vez adentro era feliz trabajando ahí", recuerda.
Y añade: "Pero cuando ella vio en televisión lo que estaba pasando con nosotros fue tremendo. Me dijo que había sido muy valiente, pero su voz era muy triste. Después de eso terminó en el hospital. Le dio una baja de presión. El daño que le he causado es inmenso. Por eso en el futuro tengo la obligación de reparar lo que ocasioné y eso sólo se logra entregándole mucho cariño. La verdad es que he resentido su ausencia. Antes de que pasara esto, ella estuvo siempre muy presente". Su padre tampoco quiere saber de él, aunque como hijo Víctor supone que más adelante habrá un acercamiento entre ambos.

Rivas comenta que decidieron hacer público su caso en octubre pasado debido a la desesperación que sentían al ver que no obtenían respuesta a las solicitudes de reincorporación a Carabineros de Chile y a la petición que su abogado hacía a la institución para que se investigara el hecho de que los habían obligado a firmar su renuncia. No obstante, el general José Bernales reaccionó antes las declaraciones de los ex carabineros y aseguró públicamente que la institución no discrimina a nadie y que no está en el reglamento de Carabineros separar a algún policía por su inclinación sexual.

Víctor y Armando explican que además acudieron a los medios porque los recursos cada vez eran menos y pensaron que de este modo, haciendo ruido, se precipitaría una solución para ellos. Después de vender el auto que habían comprado hace algunos meses y pedir préstamos, sólo les quedaba apostar a su reincorporación o a una salida que no los dejara económicamente desvalidos.

La reacción de la familia de Armando tiene de dulce y agraz. Cuenta que apenas supo que le iban a dar de baja, llamó a su madre para contarle lo que había sucedido. "Ella sintió mucho lo que nos ocurrió, pero gracias a Dios ya sabía que éramos pareja con Víctor. Un mes antes de que nos delataran yo le había confesado la relación que teníamos. Eso fue un gran alivio. De hecho, cuando le conté no se enojó. Sólo me dijo: "estaba esperando a que me lo dijeras". Le pregunté: ´¿quién te dijo?´. Ella me contestó: ´nadie, sólo soy tu mamá´".

Pero Armando a su papá no se atrevió a decirle nada. Menos a su abuelo, que había sido carabinero y estaba orgulloso de que él hubiera seguido sus pasos. "Cuando mi papá se enteró por los medios, me llamó y me dijo que no estaba enojado porque fuera gay sino porque no le hubiera dicho antes de que se hiciera público. Con el tiempo, él y mi abuelo han ido recapacitando. Es un apoyo muy grande tener la incondicionalidad de la familia".

Pese a todo, la pareja confía en que las cosas se van a ir solucionando e incluso se atreven a soñar. "Pasando todo esto nos gustaría ir a España para casarnos. Quizás no sea tan pronto, pero es algo que queremos hacer", concluye Armando".

Por: Jacqueline Otey A. \ Fotos: Juan Pablo Sierra
La Tercera

Mistral Discriminada


Mistral Discriminada

por Patricia Verdugo ElMostrador.cl

“Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas enseguida. Yo quiero acabarme contigo y quiero morirme en tus brazos” (fragmento de carta de Gabriela Mistral a Doris Dana, diciembre de 1948).

La relación de amor entre Gabriela Mistral y Doris Dana comenzó el 1 de octubre de 1948. Y cuando celebraron el séptimo aniversario como pareja, la poetisa le comentó a su amada: “hay que cuidar esto, Doris, es una cosa delicada el amor”.

La prueba de que cuidaron su relación está a la vista. Unidas estuvieron hasta la muerte de la gran Gabriela en 1957 y Doris fue su heredera universal. Gozaron de buen amor por ocho años hasta que –cumpliendo su deseo- Gabriela expiró en sus brazos en Nueva York.

Decir en círculos privados que nuestra gran Premio Nóbel fue lesbiana, hasta hace muy poco, era un escándalo. Unos lo rechazaban o callaban. Otros argumentaban que no había pruebas. Y los menos decían que el dato no era relevante para efectos de analizar su obra. La homofobia aparecía por doquier. En 2002, la académica portorriqueña Licia Fiol-Matta escribió el libro “Una madre homosexual para la nación: el Estado y Gabriela Mistral”, libro que Chile escondió bajo la alfombra. Y cuando se planteó hacer una película (“La pasajera”, Casas y Labarca) hilos invisibles se movieron en México y Chile para impedir el proyecto.

Hoy, gracias a la “desclasificación” de archivos, podemos finalmente tener las pruebas y dar pasos claves hacia la verdad. Y eso permitirá perfilar a nuestra Gabriela como la persona que realmente fue, muy distante de la imagen de tristeza y soledad insondables, imagen que moldeó en fierro el stablishment local para fijarla en la historia como madre literaria de Neruda y tantos otros poetas del siglo XX, como santa madre de la nación, mito asexuado y angelical incluso.

La mujer de carne y hueso eran tan profunda como sensible, amaba con alegría y odiaba con rencor. Fue una persona tan potente que, desde 1945 hasta hoy, detenta el único Nóbel para una mujer en habla castellana. Mérito que ganó por la fuerza de su obra, ya que no contó –como Neruda- con el global apoyo de los intelectuales de izquierda.

Feminista, la Mistral sostenía que la mujer era “prisionera de la ignorancia”. Y resumió su vida en Chile diciendo que “viví aislada en una sociedad analfabeta cuyas hijas eduqué y que me despreciaba por mal vestida y mal peinada”. Llegó a decir incluso que Chile “no tiene sesos, no tiene madurez”.

¿Tienes una gabriela?, se dice popularmente en Chile, ya que su imagen circula en rojos billetes de cinco mil pesos. Su medalla Nóbel descansa en una triste vitrina del mal mantenido museo de la iglesia de San Francisco. Su museo en Vicuña es de una pobreza que busca reafirmar la falsa imagen, antípoda de la poetisa que se codeó con lo mejor de la cultura mundial y disfrutaba de una mansión en Estados Unidos.

Sólo su tumba en Montegrande emociona porque –pese al Chile mediocre y envidioso que no supo acogerla- fue su decisión ser enterrada en el seco suelo del norte que la vio nacer. “El valle lo mientan Elqui / y Montegrande, mi dueño”.

¿Será capaz Chile de asumir a la nueva Gabriela? La esperanza dice ojalá y el realismo dice difícil, muy difícil…

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Patricia Verdugo, periodista de ElMostrador.cl

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Gabriela Mistral y Discriminación

¿A quién debería importarle la naturaleza de la relación entre Gabriela Mistral y Doris Dana, si recordamos y ensalzamos la magnificencia de la obra literaria del único nobel de literatura alcanzado por una mujer en latinoamérica?, ¿a quién debería importarle la relación entre Víctor Rivas y Armando Salgado si se reconoce que su actuación como carabineros era simplemente intachable y conforme al mandato de la Institución que vela por nuestra seguridad y orden?. Es tiempo de reconocer que los sentimientos entre adultos, son simplemente parte del ámbito íntimo y personal y no deben ser jamás motivos de burla, discriminación o expulsión encubierta de institución o trabajo.

Renato Salazar (Alepingo)



Que sorpresa más grata fue ver mi carta publicada en La Tercera... devolviendo la fe en que sí hay visiones diversas y respeto por ellas...

Alepingo.